Embarcados de lleno en la gran aventura de encontrar al que será la II generación de Celera Talent Team… queremos contaros quiénes son, de manera más personal, nuestros acelerados… ¡esperamos que os guste!

Nuestra acelerada Sandra nos cuenta su historia de pasión por la ciencia desde sus inicios en Bogotá hasta hoy…

 

Sandra Cifuentes 

 «Celera es Equilibrio, un equilibrio que me lleva a ser más consciente de quién soy y hacia dónde quiero llegar, un equilibrio que me lleva a gestionar mejor mis emociones y a entender mejor el impacto que causo en mi entorno»

Colombia el 6 de Agosto de 1986, llegué a este mundo acompañada de mi hermana gemela.  Heredé de mi padre la virtud del esfuerzo, de mi madre el don de la paciencia y de mi abuela la capacidad de ir feliz por la vida, sonriendo. Nací en Bogotá, ando ante cualquier situación que se interponga en el camino.  Me gusta mucho bailar, creo que es algo genético y en mi caso viene de parte de las mujeres de mi familia (deberían ver a mi abuela en las fiestas de fin de año, es todo un espectáculo).

Durante mi infancia y adolescencia formé parte del grupo de danzas de mi colegio, liderado por la excelentísima maestra, Mónica Mercado. Bailábamos danzas folclóricas colombianas (cumbia, mapalé, currulao, pilanderas, etc.) y ganamos varias competiciones. Mónica exhala pasión por todos sus poros, pasión por su arte, por la danza, por la cultura, pasión por formar personas a través del baile. La recuerdo siempre con una gran sonrisa, un hermoso carácter, siempre motivándonos y ayudándonos a dar lo mejor de nosotros en el escenario. De ella traté de aprender cuanto más pude y sigue siendo un gran ejemplo de liderazgo para mí.

En el colegio también era muy buena estudiante y fui una de las mejores de mi promoción ¡mi hermana gemela fue la otra!. Me gustaban todas las materias, así que fue un poco difícil para mí escoger mi carrera. Al final me decanté por una carrera que englobara tanto la física, como la química y las matemáticas, y decidí estudiar Ingeniería Química. Hice toda mi carrera becada en la Universidad Nacional de Colombia.

Fui muy afortunada por haber estudiado allí, estuve rodeada de gente con una inmensa calidad humana, de quienes aprendí bastante y aún conservo muy buenos amigos de esa etapa. El último año de mi carrera lo hice en Alemania, gracias a una beca de intercambio.  Aprendí alemán en seis meses y me embarqué a la aventura de vivir en otro país (a más de 9000 km de distancia de mi familia), con otro idioma, otra cultura y por primera vez valerme por mí misma. Era el comienzo de mi independencia y de una gran aventura.

Alemania me abrió los ojos y la mente, derrumbé muchos prejuicios y exterminé esa sensación de inferioridad que solemos tener los latinos cuando nos comparamos con países del primer mundo. Me sorprendí a mí misma demostrándome que puedo lograr cosas mucho más grandes de lo que yo podía imaginar.  De repente y sin aviso, me vi haciendo maletas para viajar a Madrid. Había encontrado la oportunidad perfecta para compaginar mi vida personal, con mi vida académica y mi vida laboral en la hermosa capital de la madre patria y no lo pensé dos veces. Aquí, en Madrid, he realizado mi doctorado, he trabajado en el CSIC y ha nacido mi hija, Sofía. Son los más grandes logros de mi vida.

Éste último año ha estado cargado de hermosas sorpresas para mí. Fui reconocida por el MIT Technology Review como una de los 10 jóvenes innovadores menores de 35 años de España, por mi trabajo sobre materiales biodegradables para regenerar hueso.  Gracias a ese premio, tuve la oportunidad de estar una semana en el MIT en un curso de inmersión al emprendimiento y a la innovación (patrocinado por Opinno y la Fundación Rafael del Pino). Durante esa semana yo me sentía en el Disneyland de la tecnología y la innovación, con todo y su lema “If you can dream it, you can do it”. Esa experiencia fue muy enriquecedora para mí y me hizo cambiar de perspectiva respecto a cómo yo concebía el papel de un científico en la sociedad. Me empezó a picar el bichito del emprendimiento y de la divulgación científica y le estaré agradecida toda la vida tanto a Opinno como a la Fundación Rafael del Pino por haberme dado esa gran oportunidad.

Luego, en enero de este año, llegó CELERA con su alegría, y con toda su motivación y su energía. Formar parte del grupo de talentos de tan hermoso proyecto es todo un honor y un orgullo para mí. Admiro a todas las personas que hacen parte de esta iniciativa, a los fundadores y colaboradores, a mis compañeros del Talent Team, por arriesgarse a hacer algo por mejorar el mundo en el que vivimos y en el que vivirán nuestros descendientes.

Si he de describir a CELERA con tan sólo una palabra, escogería EQUILIBRIO. CELERA me ha dado eso, equilibrio entre mi faceta cognitiva, social, física y emocional, un equilibrio que me lleva a ser más consciente de quién soy y hacia dónde quiero llegar, un equilibrio que me lleva a gestionar mejor mis emociones y a entender mejor el impacto que causo en mi entorno. Las sesiones con Carla, Katya, los coach de ICF, y mi mentor, José Manuel Baena, son píldoras pequeñas pero muy efectivas de sabiduría para la vida.

CELERA me ha dado también la oportunidad de ampliar mis horizontes y mi mente. A través de eventos, (Shaping Davos, Premios Jaime I, XSpain…) donde he tenido la oportunidad de escuchar a personas que se mueven en las altas esferas de la política, la ciencia y la tecnología, y que aportan una visión bastante clara sobre cómo funciona el mundo; formaciones, (Visual thinking, Fundraising, Innovación, Lego serious play, Business model canvas…) donde adquiero herramientas para el emprendimiento y el liderazgo; y a través de una red de contactos que me permite conocer personas extraordinarias apasionadas por su trabajo, felices con lo que hacen, y por tanto, exitosas.

CELERA inspira a las personas a inspirar a más personas. Y es que “mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo” (Eduardo Galeano).

Me gustaría terminar con una frase que me gusta mucho de Héctor Abad, médico y político colombiano: “Saber que estamos contribuyendo a un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas”.

¡Gracias CELERA por ayudarme a ser una mejor persona para poder cambiar el mundo!

¡Gracias Sandra por potenciar la ilusión, el equipo y gracias también por tener siempre una enorme sonrisa para Celera!