Por Isabel Rossignoli

No me estreno en este blog con una auto-presentación, no voy a decirte qué me inspira y me apasiona o a qué me dedico (Linkedln puede chivártelo). No voy a hacerte reflexionar sobre un tema de actualidad o aportarte datos científicos que te convenzan de mi opinión. Voy a desnudar mi alma y regalarte un texto hoy día considerado inútil: un poema. Escrito sin pausa, sin corrección, sin recapacitar, sin ningún fin más que el vaciar mi interior y plasmarlo de la forma que erráticamente quiera mi mente. Sin poesía no hay belleza escrita.

Y si subimos cual señoras de nuestro vuelo,
Despegando de nuestras dudas, incertidumbres y miedos,
Alejándonos de locos que temen la aventura e ignoran nuestros sueños.

Y si gritamos cual gaviota al viento
Resoplando rabia, escupiendo fuego
Ardiendo en llamas que purifican por dentro
Regalando sabia, suspirando besos.

Y si lloramos, como río viejo,
Como charca sola en mitad del ciénago,
Añorando islas, soportando el peso
Liberando fardos, propios y ajenos.

Y si cantamos alocadas notas
Que viajan lejos
Derramando gritos que vuelan ligero
Asustando lobos amansando ciervos.

Y si escalamos la montaña de nuestros deseos
Donde está el paraíso, el amor y el cielo
Donde tú habitas y esperas presto
A que yo despierte de mi fuero interno.

Porque no hay texto más sincero que un poema esculpido desde el corazón, ni palabras más inocentes que aquellas que se escriben desde el amor.

Debe ser que está sonando Sabina de fondo…

Isabel Rossignoli