El pasado 5 de Mayo, la CRE (Asociación de Científicos Retornados de España) invitó a nuestro Fundador Javier García Martinez, para compartir sus opiniones sobre cómo la labor de un científico puede mejorar, haciendo uso de las diferentes herramientas que utilizan los emprendedores, en la jornada ‘Vías alternativas: el emprendimiento científico‘, evento patrocinado por la Fundación Ramón Areces.

Para Javier García, «El jefe de un grupo de investigación es también un emprendedor. Tiene que conseguir financiación, producir resultados a tiempo, contratar personal… A los científicos nos iría mejor si adquiriéramos y aplicáramos algunas de las herramientas propias de los emprendedores: gestión de equipos, gestión del tiempo, cómo conseguir financiación, estrategias para atraer y retener talento, comunicación en público y dentro del grupo.»

El científico/fundador no tiene por qué dirigir su propia empresa y el emprendimiento es una de las maneras que tiene para poner sus descubrimientos al alcance de todos. «No hay mayor satisfacción para un científico que ver que está mejorando la vida de las personas, pero para eso hay que asumir el riesgo que supone llevar una tecnología del laboratorio al mercado. Nunca falta financiación para proyectos sólidos, lo que faltan son proyectos en los que merezca la pena invertir», afirmó Javier.

Dentro de las recomendaciones que hace para los científicos que deciden emprender, sugiere estos 3 pasos fundamentales: 1. Proteger su tecnología. 2. Hablar con potenciales clientes para verificar que se tiene algo que ellos quieren comprar. 3. Tener un plan de negocios, que deberá redefinirse continuamente con los clientes, socios y proveedores.

Para aquellos que piensan que recurrir a la financiación es un tema complejo, aconsejó: «Pide más dinero del que crees que necesitas, pero tarda en pedirlo tanto como puedas. En otras palabras, trabaja para reducir el riesgo que asumen tus inversores».

Finalmente Javier ha reclamado » que las universidades tengan modelos sencillos y coordinados, una ventanilla única para todas las administraciones, menor presión fiscal hasta cierto nivel de facturación y una ley que permita fracasar y poder volver a levantarse, pues la mayoría de empresas fracasan».