Por: Javier Frontiñán

El pasado 14 de Noviembre tuvo lugar, con motivo de la Semana de la Ciencia, una mesa redonda sobre Ciencia y Posverdad organizada por Celera y La Facultad Invisible en la Fundación Rafael del Pino. El acto contó con unos ponentes de lujo, María Blasco, Carlos Elías, Javier García, Antonio Calvo, Pere Estupinyá y Pilar Gil, esta última como moderadora. A lo largo de la tarde surgieron aspectos de gran interés, algunos de los cuales resumiré en los siguientes párrafos.

Es bien sabido, que en la era de las redes sociales ha cobrado fuerza el concepto de posverdad, el cual está cargado de matices, por lo que es difícil dar una descripción que los englobe a todos ellos. Podríamos definirlo directamente como “mentira”, aunque estaríamos obviando todos estos matices, otra forma de describir la posverdad sería como una mentira emotiva que nos obliga o incita a posicionarnos frente a un tema del que no tenemos por qué saber al respecto. Al final se tratan de mentiras, que colectivamente o socialmente se mantienen vigentes. La posverdad ha cobrado protagonismo en los últimos meses debido a la llegada de Trump a la Casa Blanca entre otros muchos hechos.

Esta posverdad también ha llegado a temas científicos como conceptos como el cambio climático o el movimiento antivacunas, por lo que los científicos también deben estar presentes en debates como el que tuvimos el pasado martes. De todos modos es un fenómeno, que según muchos expertos, no ha hecho más que empezar y la sociedad deberá adaptarse y enfrentarse a ella, pero ¿cómo? Para empezar, España necesita foros de discusión a largo plazo ya que como sociedad vamos a tener que tomar decisiones fundamentales respecto a temas donde la ciencia juega un papel clave. Para ello, debemos informarnos y educarnos al respecto. Como comentó Javier García, vivimos en una época en la que la opinión es sagrada.

A lo largo del debate, surgió un tema fundamental y es el cómo enfocar la divulgación para hacer frente a la posverdad científica que impera en las redes sociales. Ya que este es el principal medio donde encontramos afirmaciones rotundas sobre flagrantes mentiras. Por un lado, Pere Estupinyá afirmó que debemos acabar y evitar la mala divulgación, punto en el que todos los asistentes estaban de acuerdo. En este debate, los periodistas científicos también juegan un papel clave, Antonio Calvo Roy afirmó que para lograr generar un cambio se debe ser riguroso pero divertido, además, afirmó que los periodistas científicos, necesitan formación y especialización. Otro punto fundamental es la educación, debemos lograr que la educación científica cale en los más jóvenes, ya que, como dijo María Blasco, la ciencia es la mayor herramienta que hay hoy día en el planeta. Si queréis cambiar el mundo, la ciencia es el mejor camino.

Otro tema que generó un interesante debate fue como los científicos deben comunicar hacia la sociedad, y en este punto hubo un enfrentamiento dialéctico sobre si los científicos debemos o no defender las verdades absolutas. El hecho fundamental en este punto, es que como investigadores solemos trabajar en lo desconocido y siempre tenemos que tener la duda por delante, por lo que es muy difícil generar verdades absolutas, en la mayoría de las especialidades científicas. Este aspecto es directamente aprovechado por charlatanes y pseudocientíficos que hacen suyas verdades que en realidad son mentiras absolutas. En definitiva, los científicos sabemos lo que no sabemos, y eso, es difícil de transmitir. En este caso, el periodismo y la sociedad en general, conviven muy mal con la incertidumbre, por eso mismo, si la ciencia no ocupa un lugar en la sociedad, lo ocupará la pseudociencia.

En definitiva el problema actual, como dijo Carlos Elías, es que hemos llegado a una época del todo vale. La gente acude a las redes sociales a informarse sobre lo que le interesa sea verdad o no. Como sociedad, debemos aprender a dudar y a no creer a falsos gurús y charlatanes. Un claro ejemplo, que puede ser tomado a modo de burla por muchos, es el de los terraplanistas, un creciente grupo de personas que creen y defienden que nuestro planeta es plano. Es algo que está ocurriendo hoy día y si una persona cree que la tierra es plana, puede acudir en internet a una serie de foros y medios que confirman sus disparatadas ideas. Aunque pueda parecer una broma, hay aspectos donde esto se vuelve mucho más grave como es el cambio climático o los antivacunas. En este caso, se habló de cómo introducir estos temas en debates en televisión en programas generales y surgió otro debate relacionado con la posverdad y es el de la neutralidad. Haciendo referencia a que si, por ejemplo, se hace un debate sobre vacunas, no se puede ser neutral situando a un defensor de las vacunas frente a un antivacunas, por que la ciencia ha demostrado de todas las formas posibles la eficacia de estas. La pregunta es, ¿se debe poner a la misma altura al experto en vacunas que al charlatán antivacunas?

Sin duda la ciencia debe de estar presente en el debate social. La fórmula para lograrlo es realmente compleja, integrando una mejor labor divulgativa por parte de los científicos una especialización por parte de los periodistas científicos y un gran esfuerzo por cambiar políticas educativas. No debemos olvidar que la posverdad alimenta el fanatismo y puede llevar a cometer verdaderas injusticias. El incremento de los casos de sarampión, es solo un ejemplo. Como concluyó Javier García, ser ciudadanos es estar bien informados. No podemos delegar a que alguien nos de la información y creerle.